Gracias
por acariciar mis dedos,
y
besar mi mano, y besarme la boca
y la
lengua, por besarme y paladear,
y
llegar a él, mi pecho y besarlo también,
y por
sentirte locamente devorando mis entrañas.
Gracias
por bajar sólo divina, eternamente para un beso,
y abajarte
humanamente en transformado pan,
y
desear juntos la eternidad.
Gracias
por besar mi pobreza;
gracias
por ser generoso en esos besos misericordiosos.
Gracias
por celestialmente mecerme.
Gracias
por ser así...
Cuerpo
molido, vida entregada,
pan
vivo, sangre derramada,
vino
convertido, muerte derrotada.
Gracias
por tu singularmente universal dulzura;
gracias
por tu pascua de injustas heridas vividas, consentidas, bebidas;
gracias
por la caridad partida pobremente unida.
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